Hace
un año decidí ponerme a prueba intentando escribir un relato por día. Así nació El carmín rojo, un blog en el que desde finales de julio hasta diciembre,
estuve escribiendo relatos cortos sobre mujeres. Apasionadas, interesantes,
desequilibradas, amantes, jóvenes, adultas, enfermas, vitales... todas ellas
diferentes y, al mismo tiempo, únicas. Con el rojo de su barra de labios como
elemento vertebrador de los relatos, por el blog desfilaron todo tipo de
individuas con sus singulares historias. Y allí os agrupasteis quienes, como un
vouyeur mirando por un agujero en la pared,
quisisteis conocerlas. A día de hoy sigo sin saber cómo agradecer todo el
cariño que recibí gracias a aquellos relatos frescos, con los que únicamente
pretendía divertirme escribiendo y entretener a quien se dejase caer por aquel
expositor de pintalabios tan dispar.
Las
mujeres de esas historias, mezcla de ficción y realidades robadas con descaro
de lo que escuchaba en el autobús, en las conversaciones de mesas ajenas en restaurantes, o de la boca de mis amigas, me llevaron a conocer a personas
maravillosas que realmente disfrutaban con el blog. Esto, a día de hoy, todavía
consigue sonrojarme. Recuerdo la amabilidad de Fani compartiendo todos y cada
uno de los relatos. O aquella tarde en la que, antes de entrar a una
conferencia, se acercó una mujer rubia a la que no conocía de nada. Ella a mí sí. Tal y como me confesó, cada tarde me colaba durante un
rato en su vida cuando, después del trabajo, se sentaba a leerme para
relajarse. Esther no sabe lo contento que me hizo en ese instante, ni lo que me
alegra cuando me cruzo con ella, de vez en cuando, por el centro de Valencia. También
ha habido críticas, claro. Desde una lectora que no entendió el relato de la
monja que quería tener vida sexual, hasta una que se enfadó cuando leyó la
historia de Marta, una madre hastiada con su marido y sus hijos. Por no hablar
de aquel que me puso de vuelta y media, asegurando que era una treintañera
amargada. ¡Qué bien encaminado iba! Un día, Maitxu, una lectora fiel, me envió
un correo preguntándome si no me había planteado convertir el blog en un libro.
Quizás ese haya sido uno de los mejores piropos que me han dicho nunca. ¿Cómo
alguien que no me conocía de nada podía pensar que mis historias podían
convertirse en un libro? ¿Realmente podían colarse en las estanterías de
algunas casas esas mujeres y sus barras de labios?
Ese
día está cada vez más cerca, porque muy pronto podréis tener El carmín rojo en vuestras estanterías y
lectores electrónicos. El carmín, negro sobre blanco, llegará en unas semanas, con algunas historias nuevas, transformado en un libro que busca ser un agradecimiento por todo el cariño recibido. Mis chicas, sus pintalabios y yo estamos deseando
colarnos de nuevo en vuestras lecturas. ¡Gracias!
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