Mariola Cubells es
periodista. Ha trabajado en periódicos como el Levante, fue Redactora Jefe del ADN Valencia. Pasó un tiempo en televisión, del que salió asqueada. Actualmente colabora en La Ventana,
con Carles Francino y, en la revista Vis a Vis. Ha escrito tres libros, dos sobre los
entresijos de la televisión (¡Mírame,
tonto!, y Mentiras en directo) y, otro junto con Marce Rodríguez (Mis
padres no lo saben), en el que recogieron historias de homosexuales en las
que se reflejan sus inquietudes y problemas.
Llego cinco
minutos antes de la hora a la cafetería donde hemos quedado, aunque ella ya está allí. Espera tomando un té mientras lee con su Ipad. El pelo rubio podría
ser su marca de identidad, o quizás los imponentes tacones de cuña sobre los que apoya los pies
pero, a lo largo de la entrevista, descubro que es la sinceridad lo que mejor
la describe. Durante casi dos horas hablamos sobre televisión y prensa, y tenemos un pequeño hueco
para la sociedad. Mariola Cubells en estado puro.
¿Qué es
para Mariola Cubells la televisión?
Es un instrumento
mágico si se utiliza bien, así lo pongo en Twitter, porque creo firmemente en
ello. Puede acompañar mucho y aportar cosas buenas, si se usa bien por los dos
lados que tiene, los que la ven y los que la hacen. Si esas dos partes hacen
buen uso del aparato, la televisión puede ser maravillosa. Aunque unos tienen
más responsabilidad que otros [en la emisión de programas]… en un principio el
espectador no tiene ninguna. Saber ver bien la televisión es un aprendizaje, y
es básico para la salud mental del espectador.
Sin embargo la mayoría de expertos
televisivos deja la responsabilidad en manos de quienes ven la televisión, ya
que tienen el mando y, por lo tanto, el poder de elección…
Los expertos
suelen tener algún interés en la televisión, es obvio que ellos no quieren
asumir esa responsabilidad porque no es algo fácil. Yo siempre defiendo la
inocencia del espectador en este aspecto, porque para él todo es mucho más
naif, tiene menos bagaje y está menos a su alcance todo lo que tiene que ver
con la televisión. Si fuera una cuestión de responsabilidad el espectador
tendría la culpa, pero el ejecutivo de televisión tendría el dolo, que es mucho
más grave, porque es con ensañamiento. No creo que cambiar de canal sea la
forma de terminar con una televisión perversa y que arañe. Culpabilizar al espectador
es fácil porque es el eslabón más débil de la cadena.
¿Por qué dejas la televisión?
Cuando dejé la
televisión estaba trabajando en productoras de televisión que en ese momento
trabajaban para TVE, y la dejé porque estaba a punto de volverme loca. Estaba
harta de hacer programas de mierda, y de convertirme en algo que yo no quería
ser, sólo me servía para convertirme en peor persona. Me di cuenta de que eso
no era lo que yo quería cuando quería ser periodista. Un día llegué a mi casa y
dije ¡no puedo más!, y me marché. Comencé a escribir ¡Mírame, tonto! casi de
inmediato y creo que mi aportación al periodismo ha sido más fructífera desde
éste lado, haciendo crítica televisiva y escribiendo los libros.
Hace unos días, en La Ventana (La Ser), os preguntaban si recordabais qué hacíais hace
15 años. Contaste una historia sobre el agobio que te producía la televisión
que hacías.
Yo acababa de hacer un programa lamentable que se llamaba El juí d’Alcàsser, del cual acabé estomagada, como lo haría cualquier persona normal. Ese octubre me fui a Bilbao, a visitar aquel Guggenheim recién inaugurado, que era la poesía que necesitaba para salir de la prosa grosera de la que venía. Era la diferencia entre la mierda, y la belleza en estado puro que era aquello.
Yo acababa de hacer un programa lamentable que se llamaba El juí d’Alcàsser, del cual acabé estomagada, como lo haría cualquier persona normal. Ese octubre me fui a Bilbao, a visitar aquel Guggenheim recién inaugurado, que era la poesía que necesitaba para salir de la prosa grosera de la que venía. Era la diferencia entre la mierda, y la belleza en estado puro que era aquello.
Si hablamos de los meses del crimen de
Alcàsser, no podemos dejar pasar un programa llamado De tú a tú presentado por Nieves Herrero, que se hizo en directo
desde el pueblo y con uno de los padres de las chicas presente. Fue muy
criticado entonces e, incluso para algunos, es el principio de la telebasura.
(Resopla) Hay un
antes y un después con ese programa, tanto en la televisión, como en la carrera
de Nieves Herrero. Ella se comió una cantidad de marrones y culpas que no
fueron sólo suyas. Además, no fue la única que cometió tropelías durante
aquellos meses. Yo estaba allí, en el plató, como reportera del Levante EMV, vi el espectáculo
absolutamente deplorable que ella montó en directo, entonces no tenía ni idea
de cómo se hacía la tele, pero todos estábamos allí a lo mismo. Cada uno con
sus límites. Recuerdo a otros televisivos como Paco Lobatón o a Olga Viza, que
no son muy recordados en el caso Alcàsser, y todos habrían querido tener lo que
tuvo Nieves Herrero. ¿Porqué lo tuvo Nieves y no ellos?, pues por una serie de coincidencias,
entre ellas que Nieves fue más killer,
tenía un equipo más potente. Además, cuando hice El juí d’Alcàsser tuve la oportunidad de preguntarle a Fernando,
padre de una de las niñas, que porqué lo había hecho. Él me dijo una frase
letal: “Estuve allí porque se lo debía”. Nieves Herrero le había dado cancha en los meses de búsqueda, le
había ayudado y él tenía la sensación
de que lo había hecho como persona y no como periodista. Eso dice mucho de lo
que consigue la tele. La audiencia nunca le perdonó ese programa a Nieves
Herrero.
Sin embargo, esa televisión está muy de
moda…
Si, aquello nos
pilló muy vírgenes en ese tipo de televisión. No teníamos cultura audiovisual.
Visto desde hoy parece naif, porque es un tipo de televisión que se sigue
haciendo. El programa de Ana Rosa y otros tantos como ese, se dedican a esa
televisión.
Hace un tiempo, Antena 3 decidió blanquear sus contenidos. Desde entonces
intenta ser una cadena más familiar y blanca. Pretende trazar una línea que le
separe del buque insignia de la
telebasura, que es Telecinco. Sin embargo, si ponemos la televisión por la
mañana, entre Ana Rosa (T5) y Susanna Griso (A3) no hay demasiadas diferencias.
Completamente de acuerdo. Es un fenómeno muy curioso
porque en esos dos formatos encuentras contenidos y puestas en escena muy
similares y, en cambio, Susanna Griso es la glamourosa,
inmaculada y gloriosa presentadora de informativos, mientras que Ana Rosa está hasta el cuello. En esto influye
mucho la cadena a la que representan y el currículum
de cada una de ellas, que hace que mires a Ana Rosa con reticencias,
mientras que con Susanna la vista es más permisiva. Si analizamos lo que hacen,
el resultado sería muy parecido pero, cuando hay algún caso verdaderamente
impactante, encontramos la diferencia. Ana Rosa siempre va un poco más allá. Espejo Público tiene un poco más de
freno.
¿La diferencia entre Telecinco y Antena 3
es, que cuando pones la primera sabes lo que vas a ver y, cuando pones la
segunda imaginas que lo contarán con más delicadeza?
Telecinco tiene un
mensaje mucho más simple, cuando la pones sabes lo que vas a ver, exacto.
Antena 3 es más remilgada, creo que es importante decirlo. Pienso también que
la apuesta por el blanqueo de contenidos
de Antena 3 fue evidente: retiraron El
Diario de Patricia que me parecía infame, retiraron ¿Dónde estás corazón?, que también era vergonzoso, pero claro,
nunca llegaban al nivel de Sálvame.
En la televisión se han instalado una serie de procedimientos que se han
aceptado como normales, luego cada uno los lleva hasta un grado.
Hablamos de El Diario de Patricia, que luego fue El Diario. En esa época en la que hasta las autonómicas hacían sus
versiones del programa escribes el libro ¡Mírame,
tonto!
Todo el mundo hizo programas de testimonios, como
formato exclusivo o dentro de otros.
Y todos con sus freaks, sus marujas…
Es que fue un momento álgido. Los testimonios
invadieron magazines y otros
programas. Darle voz al anónimo, banalizarlo y hacer espectáculo con su dolor o
sus historias funcionó durante mucho tiempo. Esto ahora se ha pasado a los realities, que también están muy
preparados. Siempre pasa lo mismo, vas subiendo el listón y necesitas cada vez
más.
Y, ¿es ahí cuando pasamos de Gran Hermano a Gandía Shore?
Si, exacto. Después de ver Gandía Shore, lo otro te puede parecer una chorrada de adolescentes
que debaten sobre [William] Faulkner. ¿Qué es Gran Hermano comparado con Gandía
Shore? Son intelectuales. Yo trato de hacer entender a la gente que Gandía Shore es una ficción, mala, pero
ficción. Está guionizado, con un casting muy premeditado, es un alegato a favor
del analfabetismo que no es casualidad. Esto es una vuelta de tuerca más, pero a lo bruto. Grosería sin filtro. No es
realidad, y si lo es, es una realidad muy puntual. Es como en los programas de
testimonios, estaba todo buscado con lupa en las cloacas y preparado para que
fuera un gran y conmovedor testimonio
Uno de los momentos clave de los programas
de testimonio se vivió con la entrevista a Ana Orantes. Fue a un programa de la
televisión andaluza a contar que era maltratada por su marido y, a los pocos
días, éste la asesinó y quemó viva. Probablemente acudiera al programa
convencida o manipulada por el equipo. Sin embargo, parece que en aquel momento
no importó la crueldad y zafiedad de la entrevista, sino que se expuso un tema
de violencia de género a partir del cual se empieza a legislar. ¿Crees que en
España se legisla a golpe de telediario?
No estoy
convencida de que con el caso de la pobre Ana Orantes ocurriera así. Pero sí en
los últimos meses con Gallardón. Legislar a golpe mediático es muy peligroso.
Además, hay una línea, que a veces es muy fina, entre informar sobre temas como
la violencia de género, o espectacularizarla. Y la tele, quizás ahora con más
cuidado, lo que ha hecho es hacer espectáculo de la violencia. No somos
conscientes del poder de la imagen, de la cantidad de conciencias que se pueden
mal formar, y todo lo contrario, gracias a la televisión. La televisión es un
material sensible, hay que ser cuidadosos con las imágenes que se utilizan y
las cosas que se dicen.
¿Se ve la televisión cada vez menos?
Para nada, el año
pasado fue récord de consumo televisivo, para que te hagas una idea, hay un
dato que yo no soy capaz de olvidar: hay hogares con televisión y sin agua
caliente. La televisión se sigue viendo mucho. Lo que existe es una gran
fragmentación de la audiencia debido a las TDT’s.
Pero las grandes cadenas tienen menos
audiencia que antes.
Pero eso es, como
te digo, por la fragmentación. Las audiencias que hoy en día son un éxito, hace
cuatro años suponía la muerte de un programa. De ahí, que fenómenos como La Voz sean desternillantes para las
cadenas, porque tienen audiencias que sólo consiguen eventos deportivos. Hay
que pensar que el éxito se establece sobre el 15% de audiencia, y que la
mayoría de TDT’s se establecen sobre un 1%. Los anunciantes se han dado cuenta
de que ir a ese 1% es bueno porque es el público al que te quieres dirigir.
¿Hay algún ejemplo de buena televisión?
Salvados, es un ejemplo a seguir. Los
informativos de TVE de Fran Llorente también lo eran. En el ámbito del
espectáculo, Tu cara me suena, con
algunos matices, es un programa fácil de ver, divertido, aunque a veces tenga
sus cosas. También hay ficciones muy buenas, te guste o no te guste lo que
cuentan: Cuéntame, Amar en tiempos
revueltos y, Gran Hotel. Detesto
la gente que la compara con Downton Abbey
porque la producción no tiene nada que ver, eso hay que decirlo.
¿En qué ha cambiado la televisión desde que
escribes el libro hasta ahora?
A mejor no ha ido.
Hay una cosa buena, o menos mala, y es que la fragmentación ayuda a la
existencia de contenidos con gente honesta. Cuando escribí ¡Mírame, tonto!, lo que contaba en el libro nadie lo podía imaginar
porque nadie se había atrevido a describir lo que se cocía en las cocinas, pero
esto ha degenerado de tal manera, por lo que te decía de que cada vez
necesitamos más, que se lleva lo de ir al backstage
y desvelar las tramas en plató. Eso antes era absolutamente secreto. Y
luego están cosas como las de TVE, ocho años de éxito y reconocimiento con Fran
Llorente, y en tres meses eso ha desaparecido. La tele puede ir a peor, y de
hecho, así está siendo.
Quitaron a Ana Pastor, pero Mariló Montero
no les molesta.
Porque Mariló
Montero ni pincha ni corta ni molesta, tampoco aporta. En la radio, cambiar a Toni
Garrido por Yolanda Flores… ahora escuchas eso y dices: quiero morir. Es
imposible que alguien que escuchase a Garrido escuche a Flores. Y lo de Ana
Pastor es el claro ejemplo, aunque yo pensaba que no se iban a atrever a quitar
un emblema. Que la hayan quitado demuestra que vienen con saña.
No podemos hablar de cadenas públicas sin
mencionar las autonómicas. Canal 9, ha madurado con unas actitudes muy distintas
a los objetivos fundacionales. Quizás hayamos tirado mucho dinero -en el libro,
Mariola cuenta que algunos presentadores cobraban más de 1800€ por programa
diario-.
Sin lugar a dudas, las autonómicas se alejaron de sus
orígenes tratando de imitar a las privadas e, incluso, trataron de competir
contra ellas. No era su objetivo, si al espectador se le hubiera explicado que
la televisión pública tenía otra función lo hubiera entendido y no se hubiera
quejado de que no tuviera tanta audiencia, porque no necesita tenerla.
Pero al espectador no le preocupa la
audiencia, sólo a los ejecutivos de las cadenas.
Por supuesto, la
obsesión por la audiencia como único baremo es propia del ambiente de la
televisión. A la gente no le importa quién sea líder.
Te hablaba de Canal 9 porque después de
derrochar, manipular y estar muy cuestionada, va a ejecutar un ERE contra gran
parte de la plantilla. La mayor parte de la sociedad valenciana perdió el
interés en la cadena hace mucho tiempo.
La gente que veía
Canal 9 dejó de verla, los que la ven ahora son lo peor de cada casa. Es
imposible que alguien en su sano juicio pudiera ver los informativos en la época
Gürtel y no sospechase nada. ¿No les
llegaba información de otros medios? Nadie va a salir en defensa de Canal 9,
salvo los trabajadores implicados.
El pasado julio los trabajadores tomaron el
informativo para protestar contra el ERE, ¿no crees que llegan tarde?
Llegan tardísimo.
Durante bastantes años hubo un Comité de Redacción muy batallador que hizo
cosas muy interesantes como los Informes de Redacción que yo utilicé en mi
libro Mentiras en directo. Eran gente
implicada, pero este Comité fue aniquilado por la máquina trituradora que es la
dirección. Algunos fueron defenestrados por no ser periodistas dóciles. Algunos
de los que ahora protestan nunca antes lo habían hecho, han dejado caer esa
televisión con tanto despropósito y despilfarro. Es duro, pero cierto. Ahora,
como sus puestos están en riesgo, se lamentan. ¿Qué televisión van a hacer [los
directores] después de cargarse a más
de mil personas? Soy una gran defensora de la televisión pública, pero si no va
a cumplir los objetivos que tiene una pública, si va a seguir igual, que la
cierren.
Los EREs están afectando mucho al mundo de
la prensa. El País es el último que
se ve afectado por uno, van a despedir a unos 130 periodistas.
(Respira hondo) En
los últimos años hemos visto cerrar medios y reducir plantillas, pero El País es algo más que un medio de
comunicación. Cuando yo estudiaba todos queríamos ser periodistas de El País, yo quería ser Maruja Torres.
Siempre ha sido un lugar al que acudir cuando había algo que querías saber.
Asistir a éste espectáculo, que empezó hace ya un tiempo, me produce una gran
tristeza. Esto es lo que le faltaba al periodismo en general. El País es un pilar, no se puede hundir.
Me asombran las declaraciones de sus jefes, es un comportamiento mezquino
contra los periodistas, que son los que han levantado ese periódico.
¿Se ha abaratado el periodismo?
Sí, el periodismo
está en el peor momento de su historia. En los tiempos de dictadura tenían la
esperanza de un momento mejor pero, ahora, entre la decadencia de los últimos
años, la crisis económica y el letargo de la ciudadanía que no exige más… no sé
qué va a pasar, soy absolutamente pesimista. Además, el periodismo es
vocacional, pero la gente debe de comprender que nosotros también comemos y
pagamos hipotecas, necesitamos remuneración para ejercer con ilusión.
En ésta profesión, ¿el hábito hace al
monje?
Yo tengo la
carrera, y soy partidaria de que la gente se forme, pero el periodismo va más
allá de haber terminado la carrera. Va dentro de ti, es una pulsión. Conozco a zopencos
con la carrera, y a gente que nunca la hizo que ha ejercido un periodismo
brillante.
Alguna vez he visto que has ironizado sobre
las portadas de La Razón, ¿qué opinas
de ellas?
He intentado jugar
a lo que juegan todos en Twitter, pero
puede ser contraproducente. Al final lo que conseguimos es que Paco Marhuenda
(director de La Razón) esté en el
Olimpo, aunque sea de las críticas. Pienso que son vergonzosas, improcedentes y
que van contra la esencia del periodismo.
Después de los disturbios en el Luís Vives,
La Razón hizo una portada con fotos
de algunos miembros de sindicatos de estudiantes, y fue muy criticada.
Ese tipo de
portadas, ¿por qué no son denunciables?, ¿por qué a los periodistas se nos
justifica todo? Si eso lo hiciera un médico o un arquitecto, si hicieran algo
que no es propio de su profesión, como poco, se les sacaría los colores.
Tú fuiste Redactora Jefe de ADN, ¿qué tiene el ADN de Mariola
Cubells?
Me gusta esta
pregunta. Yo estuve durante seis años haciendo la columna de la contraportada,
me di cuenta de lo importante que es tener una ventana como esa, que llega a
muchísima gente. Creo que fue un periódico de equipo, era algo diferente en el
panorama de los gratuitos, había gente con muchísimo talento. Puede que sea una
de las cosas de las que más orgullosas me siento, tanto de mi labor como
Redactora Jefe, como de las columnas que escribía. Escribir para la gente te
obliga a ser cuidadoso, a ser riguroso.
Hace unos días, un grupo de expertos
planteó al Ministerio de Sanidad la posibilidad de excluir de los tratamientos
de fertilidad gratuitos a mujeres solteras
y a lesbianas. Es un paso atrás.
Totalmente. Discriminar así no lo puedo entender. Si quieres acceder a eso y cumples los
requisitos, no hay nada más que hablar. Ese tipo de debates estériles me producen bochorno, no hay nada
que debatir al respecto, soy muy radical en eso.
En Mis
padres no lo saben, algunas historias tienen detrás un gran peso de la
religión. ¿Hubo alguna que te impactase especialmente?
Las historias que
tienen la carga religiosa me impactaron todas, porque son especialmente brutales
e intensas. Las familias no supieron quitarse de encima el peso de la religión…
Hay una que me marcó especialmente, es la de un chico que, al morir su pareja
en un accidente, la familia del que muere le quitó todo.
Cuando escribes Mis padres no lo saben, junto a Marce Rodríguez, después de la
aprobación de la Ley que legaliza el matrimonio entre parejas del mismo sexo.
El Partido Popular recurrió la Ley ante el Constitucional y en unos días
conoceremos el resultado del recurso. [La entrevista se hizo días antes de conocer la resolución del Constitucional]
Esto es otra cosa
incomprensible de nuestra sociedad, una cosa que ha funcionado bien, no se ha
disuelto la familia, no ha sucedido ningún cataclismo. Ningún avance social a
lo largo de la historia ha supuesto la disolución de la familia, de ese pilar
que se supone fundamental. Pero me hace gracia que en ese pilar fundamental no
estén incluidas las familias homosexuales. Uno es gay o no en función de cómo
nace, como el que es bajito. A estas alturas debatir estas cosas es vergonzoso.
Yo confío en que no pasará nada, es algo habitual, utilizarlo como cortinas de
humo. Me gustaría que la sociedad en la que vivo no hubiera necesidad de
debatir sobre esto, que mi hija mire con normalidad a cualquier pareja, que
libros como Mis padres no lo saben no
sean necesarios, porque mis padres si lo
saben, lo sabe todo el mundo y no pasa nada.
2 comentarios:
Héctor, desde la primera vez que te leí supe que llevas esto en la sangre, de hecho lo he podido comprobar cada vez que te he visto escribir. No dejes de sorprendernos, cada día me deslumbras con algo nuevo. You are incredible.
T'estime company
Gracias Marta. Y gracias a tu madre también, por leerme cada vez que publico algo.
T'estime companya!
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